El Coami de Alfaro celebra el Día de la educación católica




Hace dos años el Papa Francisco reactivó una iniciativa que nació en Brasil en el año 2002 y fijaba como DÍA MUNDIAL DE LA EDUCACIÓN CATÓLICA, la solemnidad de la Ascensión, que celebramos 40 días después de la Pascua.
Nosotros y los más de 60 millones de alumnos y alumnas de colegios católicos del mundo, nos unimos para hacer visible que los valores católicos enraizados en el Evangelio de Jesús de Nazaret, siguen vivos y nos ayudan a crear un mundo mejor.
Hoy queremos recordar especialmente a nuestros hermanos en Alepo, Siria: miles de personas castigadas, primero por la guerra y después por catástrofes naturales como los terremotos de febrero.
La situación de los niños y niñas en Siria es especialmente preocupante. Según la ONU, más de 11 millones necesitan ayuda humanitaria y más de la mitad de ellos han sido desplazados de sus hogares perdiendo a sus padres o siendo separados de ellos.
Más de 2 millones de menores en edad escolar no están asistiendo a la escuela y corren el riesgo de ser reclutados por grupos armados o de caer en redes de trata de personas.
A pesar de estas difíciles circunstancias, hay instituciones que están trabajando para ayudar a la población de Siria. Los cristianos, aunque representamos el 15% de la población, estamos presentes de forma activa para toda la población sin distinción. La ONG de la iglesia Cáritas, fundaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada, así como diferentes congregaciones religiosas, están facilitando los servicios más básicos: proporcionando acogida, alimentos, agua… y también servicios de salud integral para todas las personas: acompañamiento psicológico, acceso a la educación a través de escuelas improvisadas.
En el Día Mundial de la Educación Católica con este gesto, poniendo nuestras manos en ese corazón, los alumnos/as de 1º a 4º de E.P. de nuestro colegio queremos visibilizar estas situaciones, presentar a las personas que conviven con realidades tan duras y, sobre todo, agradecer a tanta gente de fe que se desvive con una entrega generosa y radical, apuntando siempre a la justicia, frente al sufrimiento; a la solidaridad, frente a la desigualdad; y a la esperanza, frente al pánico o al miedo.
LA FUERZA DE JESÚS RESUCITADO NOS LLAMA A DAR LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS Y SU ESPÍRITU NOS LLENA DE ENERGÍA PARA TRANSFORAR ESTE, NUESTRO MUNDO, EN UN LUGAR MÁS HUMANO Y HABITABLE PARA TODOS.